El trabajo de preparación de terapeutas en el dispositivo en travesía, tiene por objetivo facilitar el desarrollo de recursos terapéuticos para la construcción y definición de la identidad.Para ello el profesional debe adquirir conocimientos teóricos en psicosomática, psicoanalisis, la térapeutica de la imaginación material y dinámica, psicólogía sistemica, psicoterapias psicoanaliticas, fisiología de la conducta, neurofisiología, etc. Para el desarrollo de la parte clínico-práctica se debe atravesar un périodo de travesía térapeutica ( psicoterapia) complementando la formación téorica.
El dispositivo terapéutico en travesía es eficaz en el tratamiento de la depresión, la ansiedad, crisis,los trastornos alimentarios, problemas de pareja,depresión y dependencias como la emocional.
La ansiedad en múltiples ocasiones es una señal de alarma un poco incómoda pero también eficaz para registrar algunos aspectos de la vida que requieren una ayuda psicológica para su transformación. En las depresiones ocurre algo similar ya que el fondo del vacío es confundido con depresión cuando de lo que se trata es de deconstruir y reconstruir una identidad con un vector existencial genuino y con un sentido propio. En muchas crisis de pareja el vacío también se interpone en el vínculo perturbando el buen discurrir de la relación dando paso a historias de la infancia más o menos traumáticas no resueltas. En los duelos por perdidas de seres queridos la identidad más o menos fortalecida es un factor esencial a la hora de poder atravesar la pérdida y recuperar las ganas de vivir.
En las adicciones podemos observar una modificación en las conexiones sinápticas del circuito del placer. Este fenómeno se produce ante la presencia de “un vínculo único” que programa de manera artificial la vida psicobiológica del dependiente emocional. Se activan sin intervención voluntaria el circuito de placer-displacer en función de la presencia o ausencia del objeto o la persona dependiente. La liberación de dopamina en determinadas zonas del cerebro: núcleo accumbens, corteza pre frontal y la amígdala genera recuerdos que son experimentados de manera placentera. El hipocampo participa en la formación de estos recuerdos que se organizan a modo de mapa cuyos circuitos se activan de manera automática y repetitiva. La ausencia prolongada del vínculo dependiente puede producir una inhibición permanente del circuito del placer, anestesiar al sujeto y bloquear su capacidad de sentir a través de otras experiencias placenteras diferentes. Si esta alteración perdura puede incluso tener implicaciones psicosomáticas modificando el sistema inmunológico-vincular del sujeto y llevarle incluso a enfermar.
El abordaje terapéutico en la identidad comienza a partir de la de-construcción de la identidad artificial del paciente. Para ello debe realizarse una autentica desprogramación biológico-vincular y disolver así “la falsa identidad”, programada y sostenida desde la infancia. De este modo el paciente podrá atravesar el paradigma de la dependencia para construir una identidad propia y genuina, pasando por diferentes fases; toma de conciencia de la enfermedad y construcción del vínculo terapéutico, negación e idealización, momento de caída libre, descubrimiento de sentimientos y emociones y construcción y reconstrucción de su identidad a partir de recursos propios y de nuevos hallazgos.
El pasaje de la dependencia a la autonomía en la identidad requiere sortear diversos obstáculos y para ello el paciente cuenta con un espacio individual y otro familiar.
En el espacio individual se desarrolla el potencial creativo elaborando contenidos de los sueños y de producciones creativas que el mismo realiza. Para ello en el trabajo individual del proceso en travesía se incluye la terapéutica de la imaginación material y dinámica (T.I.M.D.).
El abordaje terapéutico grupal es con la familia y en la familia dado que:
1) Durante las sesiones familiares el paciente está siempre presente.
2) El paciente no es considerado el “problema” sino el emergente de una trama profunda y compleja que le desborda.
3) El trabajo terapéutico en la familia posibilita un cambio en la estructura del sistema familiar. Por un lado el paciente modifica el modo de relación dependiente al hacerse responsable de su propia vida. Por otro lado la familia también transforma la modalidad tóxica de ocultar los conflictos considerando al paciente como única causa de los mismos.
4) La familia se incluye como recurso terapéutico en la curación.
El abordaje familiar ayuda al paciente a salir de una posición inconsciente de esclavitud y sacrificio, posición instaurada en el sistema familiar. El sujeto tiene así una segunda oportunidad para reposicionarse de un modo diferente prescindiendo del vínculo patológico. Una vez superado el modo de relación patológico, constituido desde la temprana infancia la liberación desemboca en un renacimiento.
En la patología del vacío la dinámica abusador-abusado opera de un modo inconsciente. Generalmente el vínculo es con una madre que, de forma no consciente, ha llenado su vacío de identidad con la figura de su hijo/a, haciendo de éste una prolongación de sí misma. Una de las consecuencias más importantes que provienen de esta forma relacional en la que la persona en abusa de sí mismo en vínculo u objeto del que depende consumiéndose de la misma manera en que fue consumido.
La persona con un problema de vacío en su identidad no pudo elegir cuando era niño/a, pues se vio envuelto en una relación en la que la madre tuvo el poder de otorgarle o restarle autonomía.
Si la madre llena su propio vacío de existencia (profesional, de pareja, tiempo libre, hobbies, etc.) con su hijo/a, abusando emocionalmente de él/ella, dificultará el proceso de separación-individuación, necesario para la construcción de la identidad.
Podemos equiparar el tipo de relación que el sujeto establece con las personas con el síndrome de Estocolmo, en el que el secuestrado entabla con el secuestrador un vínculo peculiar que incluye simultáneamente amor y odio. El poder del secuestrador conlleva que el secuestrado le necesite para la supervivencia, y esta necesidad le conduce a una relación de sometimiento. El secuestrador se convierte en amo y el secuestrado en esclavo. Este último siente que no existe sin la presencia del amo que paradójicamente le encierra y le da seguridad.
En la problemática del vacío el sujeto no crece y no se desarrolla, repitiendo activamente en su autodestrucción el vínculo de abuso. En este funcionamiento patológico-adictivo la violencia circula silenciosamente, actualizando el abuso afectivo de la relación materno-filial. Este abuso se ha instaurado en un momento en que el niño/a aún no se había diferenciado de su madre. Podemos observar cómo en el vacío de identidad al igual que en las enfermedades autoinmunes (patología psicosomática de autoagresión) el sujeto ataca de manera violenta una parte de sí mismo, al consumir aquello que le destruye.
Se establece así una conexión dependiente-codependiente en la que el poder centra los intercambios, constituyéndose la violencia como base patológica del funcionamiento vincular.
La complejidad de la patología del vacío requiere un dispositivo de abordaje como el de travesía, que trabaje sobre aspectos individuales, familiares, sociales, neurofisiológicos y emocionales.
Los efectos más profundos del tratamiento pueden sintetizarse de la siguiente manera:
1) En lo que respecta a la psicosomática, el tratamiento se orienta a reforzar las fronteras psico-neuro-inmunológicas para dar paso a una profunda transformación psico-bio-social. Es así como la plasticidad neuronal permite la modificación de aquellos circuitos neuronales que programan y condicionan la vida de la persona. Esto facilita el tránsito de un funcionamiento sináptico-emocional programado a un funcionamiento sináptico-afectivo más profundo y autónomo.
2) La terapia en travesía actúa en la construcción y reconstrucción de la identidad, en la ampliación de la vida afectiva e imaginativa.
3) El contacto con los sentimientos y emociones, junto al fomento de la creatividad, orientan al paciente en el desarrollo de un proyecto de vida propio y singular.
El origen del dispositivo en travesía comienza hace más de 15 años centro de salud Ameghino, en la ciudad de Buenos Aires. En este servicio se lidiaba una dura batalla entre dos frentes: por un lado, estaba el jefe de equipo que trabajaba incorporando lo grupal al trabajo con pacientes; por otro, los psicólogos concurrentes y residentes, en su inmensa mayoría psicoanalistas seguidores de las ideas de Lacan, quienes pretendían trabajar con los pacientes dependientes emocionales solamente desde un encuadre psicoanalítico clásico. Mi rechazo a seguir un marco rígido para pacientes que requerían otro tipo de abordaje más complejo me llevó a incorporar el funcionamiento de los grupos, así como de los grupos de familiares y parejas.
Por otro lado participar como profesor en la asignatura Clínica psicológica y psicoterapias psicoanalíticas con el Dr. Héctor Fiorini en la Universidad de Buenos Aires, resultó un importante aporte en la creación del dispositivo en travesía. El profesor Fiorini me invitó a llevar el dispositivo en travesía a su institución, creándose una unidad de pacientes dependientes emocionales.
Mi formación en psicosomática, iniciada en Argentina en la escuela de Sami Ali, prosiguió en España en la Terapéutica de la Imaginación Material Dinámica (T.I.M.D.). En Sevilla continué articulando la difícil tarea de integrar el trabajo familiar en lo individual. De ahí la importancia del trabajo terapéutico no sólo con la familia sino también en la familia como facilitador de un cambio profundo y verdadero en el sistema familiar del paciente. La integración de la psicosomática y la T.I.M.D al dispositivo clínico resultó de gran importancia en esta patología del vacío para posibilitar así la construcción y reconstrucción de la identidad en los pacientes. En la travesía en la cual el paciente se fortalecerá y construirá una identidad propia y verdadera pasando por diferentes fases; Toma de conciencia de la enfermedad y construcción del vínculo terapéutico, negación e idealización, momento de caída libre, descubrimiento de sentimientos y emociones y finalmente reconstrucción y construcción de su identidad.